Gustavo Adolfo Bécquer

He aquí mi egoísmo

para G

He aquí mi egoísmo,
mi egoísmo simple
de guardar tu recuerdo
y considerarlo más valioso
que el tiempo y la distancia
que nos separan,
considerarlo
el único recuerdo valioso,
considerarlo
el único recuerdo,
multiplicar en mí mil veces
tu recuerdo,
untarme
de tu recuerdo,
ahogarme
en tu recuerdo,
tapiarme
con tu recuerdo
y sentirme dichoso,
ser el único en poseerlo,
ser el único en saber
que tu recuerdo
vale tanto;
he aquí mi egoísmo,
que se alimenta
estúpido e infante
de tu recuerdo.

Mi madre y yo, curiosamente herede su nombre (dice ella que en contra de su voluntad, por que no quería criar a alguien parecida a ella) y además de el nombre creo que no hemos compartido muchas cosas y menos puntos de vista, siempre debatiendo por todo y cada una en el equipo contrario, las veces que llegamos a coincidir son motivos de fiesta, de unión casi un culto.

Precisamente hay algo que compartimos con mucha alegría y es el gusto por la poesía, siempre he amado mirarla callada mientras ella declamaba sus poemas favoritos, y ella no encontraba en nadie mas la atención de un publico fiel como la que yo le tenia.

Fuera de eso habrá mas momentos de pelea y debate que los que no, quizá tenemos mas cosas en común de las que pienso, tal vez por eso no logramos coincidir nunca, tal vez entre tantas peleas y contracciones yo la admiro tanto.

Este es uno de nuestras poesías favoritas y me complace compartirla.

Reto

Si porque a tus plantas ruedo
como un ilota rendido,
y una mirada te pido
con temor, casi con miedo;
si porque ante ti me quedo
extático de emoción,
piensas que mi corazón
se va en mi pecho a romper
y que por siempre he de ser
esclavo de mi pasión;
¡te equivocas, te equivocas!,
fresco y fragante capullo,
yo quebrantaré tu orgullo
como el minero las rocas.
Si a la lucha me provocas,
dispuesto estoy a luchar;
tú eres espuma, yo mar
que en sus cóleras confía;
me haces llorar; pero un día
yo también te haré llorar.

Y entonces, cuando rendida
ofrezcas toda tu vida
perdón pidiendo a mis pies,
como mi cólera es
infinita en sus excesos,
¿sabes tú lo que haré en esos
momentos de indignación?
¡Arrancarte el corazón
para comérmelo a besos!